19 de noviembre de 2015

El olvidado caso de dos guardas forestales del ICONA asesinados por ETA

El comando Uzturre de ETA asesinó en un puente sobre el río Araxes, frente al domicilio donde residía con su mujer y sus hijos, a Ramiro Quintero Ávila, guarda jurado de la piscifactoría de Lizartza (Gipuzkoa) el 2 de octubre de 1978. La víctima, nacida en Tacoronte (Tenerife), tenía 57 años, estaba casado y era padre de cuatro hijos. Trabajó como guarda forestal durante 31 años. Tras pasar por diversos destinos en Canarias, desde comienzos de 1977 trabajó en la citada piscifactoría. Cuando le asesinaron llevaba aquí solo año y medio y había solicitado al ICONA su traslado a Tenerife.

El 12 de noviembre de 1979 ETA asesinó al guarda forestal Fernando Rodríguez Espínola en el interior del bar Iru-bide de Oiartzun (Gipuzkoa). Era natural de Constantina (Sevilla), pero llevaba 25 años residiendo en Oiartzun, tenía 53 años y estaba soltero. Según el comunicado de ETA, "Fernando Espínola pertenecía a dicha estructura colaboracionista actuando en la sombra desde su heterogénea actividad pública como guarda forestal y corresponsal de prensa".

El ICONA, el Instituto para la Conservación de la Naturaleza, por entonces tenía todas las competencias en materia de montes, incendios, caza y pesca hasta su transferencia al SEFOCONA, el Servicio Forestal y de Conservación de la Naturaleza, de la comunidad autónoma del País Vasco tras la aprobación de su Estatuto de Autonomía el 18 de diciembre de 1979. Estas competencias fueron a su vez parcialmente transferidas a los territorios históricos de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba tras la entrada en vigor de la Ley de Territorios Históricos el 25 de noviembre de 1983.

En los mismos años ganó protagonismo el Komando Irrintzi de ETA, que afirmaba que Euskadi no podría ser libre mientras no se aunasen los conceptos independencia y ecología, lo que significaba luchar contra las centrales nucleares, las repoblaciones de pinos, la contaminación del agua, o la caza de especies en peligro de extinción. El 1 de febrero de 1978, el Komando Irrintzi envió a la Diputación de Gipuzkoa un escrito de denuncia sobre la proliferación del pino radiata, donde amenazaba con la quema de plantaciones de pinos si las Diputaciones no cambiaban su política forestal en un plazo de seis meses:

"SR. PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN DE GUIPÚZCOA. Euskadi, enero 1978. Como consecuencia de la vergonzosa e inadmisible pasividad de la Diputaciones Vascas ante la masacre ecológica que asola Euskadi, se ha formado el comando Irrintzi. Su misión será la denuncia de todas aquellas situaciones o procesos que incidan en la ya abusiva e insostenible situación que corroe nuestra patria, centrándonos de forma especial en la defensa de nuestros montes. El pueblo Euskaldún es consciente del daño que la política agraria de los últimos años ha causado a nuestra tierra. Ahí está sino, la absurda y criminal proliferación del pino insignis, cuyas secuelas de ruina y envilecimientos de amplias zonas rurales son de todos conocidas. Como responsables de este proceso degenerador, exigimos a las Diputaciones la inmediata puesta en vigor de planes nacionales que salven de la ruina al baserritarra, capacitándole tanto técnica como moralmente en el trabajo y supervivencia del caserío. Si este desaparece, Euskadi habría muerto. Por tanto como origen de nuestra cultura y reducto de las mejores esencias del Pueblo Vasco, el caserío deberá ser para nosotros lugar sagrado. A través de los órganos de difusión, las Diputaciones harán un llamamiento a las conciencias de todo el pueblo euskaldun, con el fin de que todos colaboremos en el deber de cuidar, mimar y defender nuestra Patria. De nada sirve llamarse abertzale, si luego machacamos despiadadamente nuestra tierra. Se hará comprender al baserritarra el error que supone el monocultivo del Insignis, por la ruina que produce en las tierras y su escaso rendimiento económico. Se les animará y ayudará a promover nuevas campañas de repoblaciones forestales encaminadas, principalmente, a devolver a Euskadi las especies autóctonas extinguidas. Ante las condiciones de vida tan insostenibles que una minoría sedienta de codicia ha implantado en nuestra Patria, ni podemos ni debemos permanecer impasibles. No somos terroristas, pero tampoco vamos a consentir que esta situación se prolongue por más tiempo. Por lo tanto si en el término de SEIS MESES ustedes no han tomado algún tipo de medida encaminada a erradicar el grave problema que les planteamos, nos veremos en la necesidad de iniciar la destrucción sistemática de plantaciones enteras de pinos. Deberán hacer llegar a las Diputaciones de Vizcaya, Álava y Navarra el contenido de esta nota, para que, enterados de nuestros objetivos, obren en consecuencia".

El presidente de la Diputación guipuzcoana envió una copia del escrito al resto de las Diputaciones, con una nota donde manifestaba que era consciente de que la política forestal preocupaba a un gran sector de la población, por lo que proponía una reunión de las tres diputaciones forales para buscar "una solución del problema que a corto plazo se nos va a presentar". Incorporaba un informe redactado con urgencia por el Jefe del Servicio Forestal que informaba de que la proliferación de los pinos era una realidad, y que se debía a una decidida voluntad del casero de cambiar su forma de ganarse la vida, que no cambiaba ganadería y agricultura por pinos sino la vida en el caserío y su rentabilidad por un puesto de trabajo en la industria más los pinos. Proponía iniciar un estudio que tomase ejemplo de cómo otras zonas centroeuropeas de montaña habían compaginado una problemática similar respecto a lo rural e industrial. 

En septiembre de 1978, el periódico El Diario Vasco con el titular: "Que no se quemen los feos, el pino insignis es de los caseros", recogía la amenaza del comando Irrintzi de quemar todos los pinos insignis del País Vasco si no se talaban antes del 15 de octubre, y que el pino insignis, "que a pesar de su nombre está entre las coníferas más innobles", había ocupado antiguos bosques de robles y hayas, o algunos recién talados. Consideraba lógica la plantación en terrenos privados, pero no en los terrenos comunales, ya que la gente "no aguantaba su antiestética imagen". Entre los días 10 y 12 diciembre de 1978 se produjeron varios incendios en Bizkaia y el Komando Irrintzi reivindicó la quema del pinar del monte Unbe

En agosto de 1979, poco antes de iniciarse la media veda el día 26 de aquel mes, la Sociedad de Cazadores y Pescadores de Álava, que agrupaba a varios miles de cazadores, recibió un comunicado firmado por este comando: "Rogamos se informe a los señores socios del contenido de este comunicado. Es nuestro deber informarles que vamos a movilizar comandos de vigilancia, y que pedimos a todos se abstengan de salir a cazar. Lamentarían profundamente toparse con ellos". En el comunicado respecto de la caza escribieron que "su aspecto deportivo conserva profundas raíces de origen feudal españolista, de tan mal recuerdo para el pueblo vasco...ya que el sentimiento de nobleza, equidad y respeto le hacía reacio a todo tipo de violencia".

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